Ahí estaba ella, sola en la isla . Otra vez más alguien la utilizaba, aun se estaba reponiendo de su anterior traición cuando él llego. Ella le dio todo lo que pudo y así se lo agradeció, dejándole una vez más únicamente acompañada por la ilusión de lo que pudo ser. Pero ella no podía dejar que todo esto le abrumara, sabía que siempre iba a haber alguien que se preocupara por ella, ese mismo día iba a ir a darle culto como llevaba haciendo todos los años que llevaba siendo la conocida bruja de Eea. Pero cuando se reunió con los cultistas, nada. No conseguían entrar en contacto con esa poderosa diosa con quien siempre contaban. Al darse cuenta de ello, Circe, pensó en que hasta aquello que ella pensaba que nunca la abandonaría ya no estaba. Además ya no poseía el poder que le caracterizaba. No solo estaba roto su corazón, su cuerpo ahora estaba mas débil que nunca. Se dio cuenta de que no era la única en esa situación, todos los otros miembros del culto se encontraban igual, incluso el poderoso Ares. Ambos encontraron paz el uno en el otro y decidieron abandonar sus respectivos hogares y refugiarse en un bosque cercano a la capital como campesinos normales, que era en lo que se habian convertido. Todo pareció perfecto durante un tiempo, estaban felices y esperaban un hijo. Y llegó el momento, esta vino al mundo llenando el hogar de alegría, o eso pensó ella, ya que Ares parecia tener un plan distinto. Sacrificó a la pequeña con la única intención de volver a entrar en contacto con Hécade. No consiguió nada,aparte de destruir a Circe. Pero ella ya había pasado por muchos otros infiernos ante los cuales se rindió y eso no iba volver a pasar. Así cogió una daga y degolló a Ares, matando al dios de la guerra. Ya no le quedaba nada, se veía sumida en la oscuridad, cuando de un gran destello apareció Hécade quien se vió sorprendida por la dura vida de la bruja. Ante esto le devolvió todo su poder, dandoselo ya no a la hermosa bruja de Eea, sino a la ahora descorazonada y hambrienta de poder Circe.